Primero se perdió en mil sueños, se acepto como era, perseveró en lo que creía no sin pasar noches enteras sin dormir, llorando, cada lágrima de sangre le convirtió en quien es ahora.
Cerró su caparazón para siempre, solo alterado por las cosas bellas que se le mostraban a sus ojos, solo el amor incondicional por un bastión de su sangre.
Derrotado infinidad de veces conseguía levantarse, a veces, sin saber como.
Tras una noche intensa de ardor, frío y pensamientos, se dio cuenta que algo en él había cambiado.
No quería dar crédito a lo que pensaba y sentía, así que opto por esconderse de nuevo, abriendo poco a poco una minúscula rendija en su coraza, para ver lo bello, observarlo, acariciarlo sin tocarlo,
escuchando, oyendo, sintiendo poco a poco.
Cuando su armadura de titanio se partió en mil pedazos, parecía simplemente cristal, vulnerable y aniñado, enamorado como tal, sus ojos brillaban con una luz que pocos, ni siquiera la persona que amaba veía, el pensó, que era el precio que debía pagar por tanto tiempo escondido, que nadie viese realmente lo que sus pupilas decían. Son avatares de una personalidad concreta, quizás como muchas otras, quizás no, simplemente un hombre más.
Ahora cuentan, dicen, que ese hombre ya no tiene miedo a morir, ni a las guerras, ni al hambre ni al dolor, tampoco al sufrimiento, cuentan los ancianos que ese hombre vive en una montaña, que ese hombre, simplemente................................vive enamorado.
(By fran)
Ocasos |
No hay comentarios:
Publicar un comentario