en esta época el atardecer es precioso, cada día el sol se empeña en mostrarme un color distinto,
los paisajes que diviso no tienen comparación alguna, mereció la pena el esfuerzo por vivir aquí.
Hoy el mar estaba tranquilo, como queriendo ser participe de tan esplendido día, anuncia una noche cálida.
Quiero llegar a mi destino, volver a ver de nuevo sus ojos expectantes y tan hermosa sonrisa, así que sin darme cuenta acelero mis pasos, pero sin dejar de observar las gaviotas que vuelven a sus nidos como cada tarde, parece una repetición del día anterior, no cambiaría este camino por nada.
Después de unas cuantas sonrisas conmigo mismo, a lo lejos, se divisan las flores que plantó esta primavera
margaritas, violetas y alguna más que no recuerdo, aunque ella se empeñe cada noche en recordarme su nombre, su olor y colocarme algún pétalo en mi almohada.
"Cosa" viene velozmente a mi encuentro con algún trozo de rama entre los dientes para juguetear y darme la bienvenida, así quiso llamarle cuando la encontramos su primera exclamación fue: ¡ que cosita por dios!, así que la hicimos participe de nuestro sueño, vivir aquí alejados un poco de el mundanal ruido, pero a pocos minutos de todo.
Llevaba puesto un vestido azul claro, un tirante semi bajado, de rodillas en el jardín recogía plantas y flores para mezclarlas y conseguir aceites, sus ojos irradian paz, tranquilidad y mucho amor por lo que hace, como casi siempre, de nuevo muy bronceada tras otro día de sol.
Sonrió levemente sin levantar la cabeza, como si me percibiese, como si notase mi presencia, se levantó lentamente mirándome con esos ojos azules irrepetibles, rasgados, exóticos, se sacudió las manos y me dedicó un abrazo cotidiano, de esos que no se olvidan, de los que te recuerdan el porque de las cosas, de que ha merecido la pena.
¡Hola bello!,¡Hola bella!, recuérdame como saben tus labios, que desde esta mañana ya casi no me acuerdo,
¡ Calla bobo...........
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