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viernes, 20 de abril de 2012

Voz en off

un relato vulgar a la hora de las Cenicientas. 00:00






Me importa tanto el humo de tus noches, que me quemo en ellas,
la historia me devuelve al sitio donde nacieron mis sentimientos,
recuerdo, con el temblor de un niño ilusionado, la sensación
que producen las miradas únicas, como el cielo no parece tan grande,
tienes tanto miedo como ganas de que el tiempo se pare, nace ese
compromiso contigo mismo que nada puede hacer temblar.
Una noche me desperté entre frío y el sudor del miedo, 
pero no lo tenía, mis paredes habían dejado de estar espaciadas
como kilómetros interminables, de repente me sentí desnudo,
capaz de poder soportar el influjo de unos ojos avispados,
fuerte ante cualquier palabra pronunciada, derretí la ira,
amasé el hambre comvirtiéndote en mi pan diario.
Que difícil es ser sencillo, te sientes tan vulnerable que el aire
parece hacerte frágil, como si todo y todos pudiesen tocarte
emocionalmente, por unos instantes te sientes tan y tan solo
que parece como si no estuvieras vivo, o en este mundo.
He odiado tanto y me ha apoderado tanto la ira, que se me olvidó
la sencillez que otorga la levedad de la piel, siempre buscaba 
los rincones fáciles, las palabras que venían rodadas, a veces 
sin querer, la autocomplacencia, dejaba que mi ego me dijese quien era,
otorgaba perdones, dejé que la culpa y el remordimiento hicieran el 
resto, todo una coraza para enmascarar el trozo de corazón y la 
esencia que la vida a día de hoy me ha dejado.
He comprendido que las letras infunden una sensación placentera
o demoledora cuando las dices o escribes, pero que olvidamos
demasiado pronto. Quizás por ello las escribimos, para poder
leerlas de vez en cuando, o sentir como suenan una vez las relees.
Me he rendido al vocablo fácil, he desistido del acaloramiento verbal
instantáneo, me he acobardado con los ojos que lloran mentirosos,
he rezado a dioses inventados, he querido ser buda, dios y cualquier
deidad que me agitase el dolor, el dedicado o el recibido.
Me he mezclado entre un montón de vidas que reflejan el dolor en los 
ojos, la felicidad engañosa, incluso la sinceridad bondadosa, pero 
siempre desde mi rincón solitario, sin que nadie me aportase nada que
no fuesen mis voces interiores, dejé de necesitar el olor a persona.
Ahora, desde el pozo, cuando te aferras y agarras a las rocas para que
nada empañe el significado de mi ser, me descubro ante lo adverso,
entro cuerpo a cuerpo con el dolor ajeno, ayudo con el poder de 
mis actos sencillos a quien me otorga aire, me dió la vida  y
permite lo angosto de un silencio breve.
Sigo queriendo estar atrapado en un metro ochenta de complexión
normal, aspecto distante o vetado, al unísono con la controversia
de quien he dejado que vea más allá de la nube que creean las 
apariencias y permite la lucha diaria sin el temor de dejar de ser
esencia, ni rendirse a lo dificil, el dolor es poderoso, pero una vez
controlado o aprendiendo a convivir con el, el  siguiente paso, 
es pensar que has ganado....o acepta que una vez te lo hicieron
y que sigues victorioso en pie, sólido y resignado.
Crece más quien  suma más dos, que quien se divide en uno.
Es una ciencia no cierta, pero tan real que da miedo comprenderla y
acepatarla, incluso tanto que cuesta una vida.

                                                                       (by fran)







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