se apodera de todo lo que mi capacidad de comprensión
puede llegar a alcanzar. En mi cabeza se proyectan
imágenes a velocidades vertiginosas, unas son claras y
transparentes, en forma de acontecimientos venideros,
otras, no tanto, se amontonan mezcladas con frases
situaciones o vivencias, quererlas analizar o simplemente
entender a veces puede ser un verdadero infierno o
un oasis pasajero.
De todos modos la locura dentro de una calma consejera
me hace afrontarlas, no sin disiparlas , pero si intentando
equilibrar esa tan ansiada balanza.
La distancia entre yo y mi mundo, pretendido, a veces
es de tantos kilómetros que no diviso la senda correcta
o la luz del final, otras veces lo toco con la mano, lo palpo
e incluso me siento dentro de el, por instantes.
Los actos hacen a las personas, indiferentemente de los
problemas o dificultades que nos rodean, el dolor enmascara
pero no otorga nada que este correspondido.
Me levanto con la extraña sensación de partir en un viaje
que inicié hace mucho, y cada día es una parada más
con un alto y un adelante seguidos.
Veo mi árbol crecer cada día, noto como crece en milímetros
como brotan de el una ramas fuertes con hojas esplendidas,
estoy convencido de que dará una gran sombra.
La belleza que alberga es tal, que nubla la vista, pura vida.
En mis noches escribo a la luna pidiéndole descanso para
todos, luz para sus males, bálsamo para sus dolores.
Escribo, con tinta fictícia, pasajes en la piel de un hada,
así como historias con final feliz, tan simple como la
sensación de volver a ser un niño, tan simple como el roce
de tu piel.
Aunque no comprenda la vida, ni los actos de personas
que pueden amasar el amor en forma de esencia, creo
en ellas, muy pocas, pero con una fuerza que a día de
hoy me mantiene entre el mar y el cielo.
(by fran)
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