lléname de ternura los días,
con el incesante encanto de tus ojos,
balanceame constante en el columpio
de mi niñez, cuando sonreír es un hábito
y la pureza una cualidad otorgada
y todavía sin destruir.
Burbujas, gotas de rocío,
sécame con tu piel curtida
y a la vez tersa, las lágrimas que brotan
de felicidad o de dolor.
Abrúmame con tus palabras espontáneas,
delicadas o simples palabras.
Cerrarme la herida que sangra constante,
desde que la tristeza se coló por mi ventana.
by fran
En el parque |
No hay comentarios:
Publicar un comentario